Esta investigación revisa desde una mirada crítica el papel que desempeña el establecimiento de fragmentos jóvenes de bosque -paisaje de reconquista- dentro de construcciones en abandono humano como un refugio para la biodiversidad desplazada producto del desarrollo urbano antropocéntrico en un núcleo tan saturado como lo es el Centro Histórico de Xalapa. A través de esta investigación urbana como una reconceptualización de la ciudad como un ecosistema más, la lectura del territorio se expande para encontrar interacciones invisibilizadas que influyen directamente en las características ecológicas como un actor más dentro de las dinámicas del habitar en un contexto histórico tan urgente como lo es el Antropoceno y el cambio climático.
Xalapa, es una ciudad que se ha desarrollado en el contexto del Bosque de Niebla o bosque mesófilo de montaña, siendo este el ecosistema con mayor biodiversidad, aunque también el más restringido abarcando menos del 1% del territorio nacional (CONABIO, 2010). Por esto, encontrar y proteger los fragmentos que han resurgido de las especies del Bosque dentro de la ciudad se vuelve tan valioso de cara a un hecho histórico tan importante como lo es el cambio climático. En el Centro Histórico de Xalapa, existen alrededor de ochenta inmuebles con al menos cien años de antigüedad (Arcos, 2015) cuyo programa arquitectónico, sistema constructivo, el paso del tiempo y el abandono fueron un factor determinante para convertirse en Santuarios de refugio para la biodiversidad, estableciendo colonias de especies pioneras para regenerar el paisaje erosionado por la mancha urbana.
Según las nociones del Tercer Paisaje propuestas por (Clément, 2018), estas colonias de paisaje fragmentado son una reserva biológica que propician la recuperación de especies desplazadas y que, desde una mirada antropocéntrica, no tienen cabida en los parques y jardines de la ciudad como plantas de ornato. Si bien es cierto que cada uno de estos Santuarios cuenta con características y composiciones distintas, dentro de la trama urbana cumplen un papel fundamental para la recepción y movilidad de distintas especies, desde pequeñas abejas silvestres hasta orquídeas nativas. Esta investigación urbana ahonda en la relevancia urbana de estos Santuarios como focos de resiliencia en comparación con las áreas verdes administradas para alojar biodiversidad potencialmente nativa y endémica. Esta premisa es fundamental para entender cómo entretejer estas reservas aisladas con su contexto social y edificado y detonar áreas para la reincorporación de especies desplazadas en un área tan densamente construida como lo es el Centro Histórico, desarticulando el mito de la separación ciudad-naturaleza iniciando por lo esencial: ¿dónde están y cómo son las otras formas de vida con las que cohabitamos?
Según CONABIO (2022), un Santuario se define como un lugar que alberga flora, fauna, paisajes o eventos naturales excepcionales que lo hacen único, y debe ser protegido y respetado por su fragilidad e importancia para la naturaleza y la sociedad.
Sin embargo, para esta investigación, los Santuarios no están en algún lugar lejos de la ciudad, sino aquí mismo, entretejidos en la traza urbana. Clément (2018) lo define como Tercer Paisaje, siendo este todos los espacios residuales que ha dejado el ser humano donde, como resultado de su abandono, se han convertido en un territorio de apropiación para todas las especies que no encuentran refugio en ningún otro lugar y que, contrario a la definición de CONABIO, no es frágil sino resiliente y en constante movimiento. De esta forma queda claro qué son, pero ¿dónde?, ¿en qué espacios?
En el Centro Histórico de Xalapa, hay toda clase de configuraciones de Tercer Paisaje, desde ex-fábricas, grandes predios sin uso[1] y casas abandonadas. Estas últimas son el foco de estudio para Paisajes de reconquista, específicamente las viviendas con variantes vernáculas debido a sus características compartidas. Esto facilita ejes comparativos entre las mismas para entender su evolución con el paso del tiempo y descubrir los factores que fueron determinantes para que, pasando su momento como refugio humano, ahora lo sea para la biodiversidad que cohabita entre nosotros.
Gracias a múltiples entrevistas a vecinos del área de estudio, se han encontrado diversas razones por las que estas casas caen en abandono[2], siendo los más comunes casos de intestado, abandono por migración y las altamente costosas normativas de mantenimiento estipuladas por el INAH: vigas de madera maciza con secciones fuera de las comerciales, acabados que deben ser realizados por mano de obra especializada, así como restricciones para la reconfiguración arquitectónica en los muros interiores que imposibilitan a los habitantes para reestructurar las viviendas para usos propios de una población contemporánea son condicionantes para que los propietarios decidan dejar de lado sus viviendas.
Para entender la evolución de un Santuario desde su origen como vivienda vernácula hasta su estado actual como un nicho ecológico, es necesario conocer la tipología de vivienda colonial que se desarrolló en Xalapa producto de su condición climática respondiendo a los materiales de construcción regionales. Esta resultó en una arquitectura de muros de piedra, barro o adobe que eran comúnmente encalados para proteger el núcleo de la humedad y techos de teja sostenidos por grandes vigas de madera que sobresalían sobre la calle para dar cobijo de la lluvia continua (C. López, 2011). Sin embargo, con el abandono que han sufrido debido mayormente a las causas descritas antes, la estructura cedió al paso del tiempo y la humedad para abrir patios donde no se suponía que los hubiera, y descubriendo el suelo que debía estar techado para permitir recibir a la biodiversidad que le rodea, creando los Santuarios.
Gracias a este sistema constructivo es posible determinar cinco fases en el desarrollo de los Santuarios derivadas del estado de degradación de la arquitectura y la complejidad en la composición del paisaje que aloja en las siguientes seis etapas:
0
Se refiere al momento en el que aún no se presenta biodiversidad relevante. Esta fase arquitectónicamente está compuesta por viviendas vernáculas abandonadas que aún cuentan con techos, pero no han logrado ingresar aún especies pioneras.
1
Está compuesta por viviendas en las que algunas porciones de cubierta o vanos han cedido al paso del tiempo y el clima. En esta fase ha comenzado la latencia de semillas de especies pioneras dentro de la casa ya sea por dispersión por animales, viento o agua, alojándose en acumulaciones de polvo, tierra y sedimentos en pequeñas grietas y oquedades.
2
Las semillas han dado fruto y especies pioneras han germinado para empezar el proceso de agrietamiento en pavimentos y muros, enriqueciendo el suelo a través de la fijación de nutrientes. Ha iniciado la modificación sutil de la humedad y protección solar para semillas de especies más longevas, pero menos resilientes.
3
Comienza la estratificación en la composición del paisaje. Las especies de cubresuelos retienen la humedad en la tierra, lo que propicia que las especies herbáceas puedan desarrollarse mejor y dar protección a los árboles emergentes que, a su vez, dotan a las especies más bajas de sombra completando el círculo para el crecimiento acelerado del paisaje.
4
El paisaje se vuelve más complejo. No solamente se desarrollan las especies mencionadas anteriormente, también se añaden especies trepadoras que suben a los estratos más altos para competir por la exposición solar favoreciendo la sombra y aumentando la humedad en los estratos más bajos. Diferentes alturas de árboles comienzan a emerger generando estratos más claros en la paleta vegetal.
Reinicio
El momento en donde el ser humano recupera el espacio para fines de venta, imagen urbana u ocupación. Por costumbre se limpia la impureza -biodiversidad- para volverlo un lugar apto para habitar.
Estas etapas ayudan a jerarquizar el desarrollo del paisaje dentro de las casas abandonadas. Entre más se disuelve la arquitectura entre el paisaje, este se vuelve más complejo y, por ende, mucho más rico en biodiversidad.
Sin embargo, aún dentro de estas clasificaciones, cada Santuario está compuesto por características únicas. Cada uno reacciona a los estímulos de su entorno de una forma distinta: condiciones de humedad, exposición solar, contaminación, compactación del suelo, espacio, tipo de suelo, entre otros. La investigación de estos espacios se vuelve fundamental para entender la resiliencia de la ecología en las ciudades, arrojando pistas sobre cómo podemos mejorar las intervenciones de paisaje en el territorio que compartimos aprendiendo de primera mano de los insectos, las aves y las plantas espontáneas que surgen entre las construcciones siendo la vida misma en resistencia.
Como respuesta a la reconquista de la maleza dentro de estos espacios desocupados, es común observar medidas de acción a veces desde la administración gubernamental y otras aplicadas por los vecinos mismos. Herbicidas, fumigaciones en masa, desmonte, quema, entre muchas otras tácticas. Es posible ver dentro de los Santuarios cómo este proceso se ha vuelto repetirse varias veces y al final la ecología resiste. El paisaje cicatriza y luego vuelve a empezar. Aun así, las preguntas continúan: ¿De dónde proviene el rechazo a lo que no dominamos? ¿Qué hace falta para entender mejor al paisaje indómito? ¿Por qué nos empeñamos en domesticarlo? ¿Por qué dar orden a lo caótico?
Según Iverson Nassauer (1992), la población está acostumbrada a observar la ecológica desde una visión cultural y, desde esa misma mirada, algo puede o no parecer Natural. Para Crandell (1993), el origen de esto se puede localizar en la estética Pintoresca desarrollada en Reino Unido durante el siglo XVIII en donde los objetos, paisajes y cualquier otro elemento que por su belleza se volvía digno de ser pintando para ser inmortalizado en un cuadro. Así, esta forma de leer el territorio se volvió tan ligada a la Naturaleza que ahora es profundamente confundida con calidad ecológica.
La diferencia entre el concepto científico de ecología (función) y el concepto cultural de naturaleza (apariencia) demuestra que la ecología aplicada al paisaje es en esencia un problema de diseño (Iverson Nassauer, 1995). Para Clément (2021), es impactante que la Federación Internacional de Arquitectos del Paisaje (IFLA) contemple el paisaje industrial -residual- como un paisaje de peligro, como si la reconquista de un territorio por la biodiversidad fuera una degradación cuando, al contrario, es la ecología regenerándose. Una victoria.
Seguir considerando la concepción humana -centrada en sí misma- como la única forma válida de ver al mundo, es la que nos ha llevado al desastre ecológico en el que vivimos hoy.
Lo que se decida hacer con estas casas abandonadas y cómo se trate a la biodiversidad dentro de ellas, será sumamente importante para la ecología local en un periodo de tiempo y rango espacial que no podemos determinar. Así, cambiar la forma en la que la comunidad lee el paisaje y el territorio no solo dentro de los Santuarios sino también en el contexto que la rodea será fundamental para lograr un cambio drástico en la ecología de Xalapa para recuperar su carácter no como una pintura congelada en el tiempo sino como una entidad viva y latente compuesta por las especies que la habitan.
En ese sentido, la corriente Naturalista dentro del paisajismo busca reconciliar la ecología con el diseño para reintegrar dentro de las ciudades en espacios privados y públicos, comunidades vegetales con relaciones ecológicas relevantes para la activación de la biodiversidad a través de intervenciones humanas. Las aves, los insectos, y la fauna han cedido su territorio por el progreso de la expansión urbana y encontrar estos nichos que pueden ser cedidos a la introducción de las especies es vital. Todos los seres vivos necesitan el reconocimiento al derecho para existir en el mismo espacio que las personas y visibilizar el papel que juegan en los ecosistemas (Peláez Valdez et al., 2021).
Entendiendo esto, una de las primeras dudas que surge al saber los Santuarios como refugios es reconocer a cuántas especies alojan. Debido a que los Santuarios administrativamente aún pertenecen a alguien, es imposible poder medir con precisión la cantidad de biodiversidad que cada uno recibe. En algunos casos, el conteo puede llegar a 50 especies diferentes solo de lo que puede observarse desde la línea de calle. En otros, solo es posible leer desde tomas satelitales la densidad de la vegetación dentro de los Santuarios con estructuras complejas incorporando árboles de diferentes diámetros, arbustos y cubresuelos aunque desde la línea de calle sea imposible observarlas debido a la hermeticidad de la fachada. Esto cuestiona cuánto más hay allá de lo que nuestros ojos perciben.
Un conteo aproximado de especies medido desde el límite de calle no parece ser una muestra muy relevante a primera vista, pero toma mucha fuerza cuando se considera la densidad de la cobertura vegetal, la estructura del paisaje, el área que no es posible observar y la composición de las especies presentes: endémica, nativa, naturalizada o exótica para determinar el valor de cada Santuario.
Tomemos como ejemplo el siguiente Santuario ubicado entre la calle Úrsulo Galván y Betancourt en el Centro Histórico de Xalapa:
Este diagrama expone el pulso de la biodiversidad a en una sección de la calle Úrsulo Galván para su estudio (elaborado en 2023). Está compuesto por 29 casas en las cuales se observó la cantidad de especies presentes en cada una, siendo de una a tres especies por cada casa los casos más frecuentes.
Se puede observar un pico de casi 50 especies en una superficie observable cercana a los 50.8 m2. El predio tiene en total una superficie aproximada de 638m2. Esto significa apenas se logró observar un 8% del total del valor del Santuario, aunque se reconoce una ocupación del 100% del espacio por la biodiversidad. También es visible una estructura de paisaje sumamente compleja en donde se integran cubresuelos, arbustos, árboles con diferentes alturas en sus copas, plantas aéreas, enredaderas y líquenes con un alto porcentaje de vegetación nativa y naturalizada, demostrando que se están reintegrando al territorio del Centro Histórico especies oriundas de la zona que no se encuentran en la paleta vegetal de los parques y jardines de la ciudad.
Si sumamos a esta información la poca o nula presencia de biodiversidad en el resto de la sección estudiada en Úrsulo Galván, podemos resumir el alto valor ecosistémico que representa este Santuario en el paisaje de las manzanas circundantes. Sin embargo, el 19 de febrero de 2024 fue limpiado -mutilado-.
Casos como el de este Santuario se han observado al menos en tres ocasiones más en donde el espacio ha sido reiniciado y el resto de los casos de estudio también han sido mutilados en algún momento durante su historia de abandono humano. Al identificarse como una constante es necesario tomar acción desde el paisajismo naturalista para identificar conceptos clave para evitar que el paisaje y su desarrollo ecosistémico siga siendo erradicado por una preconcepción estética de cómo se ve lo Natural.
Área Verde
Atractiva
Diseño aparente y cuidado
Infraestructura en buen estado
Flores y arbustos en plenitud
Detalles en el jardín
Limpieza y pulcritud
Mantenimiento evidente
Poda notoria
Sin "malezas"
No atractiva
Sin diseño y en descuido
Plantas secas y sin flores
Césped sin podar
Sucio y desordenado
Construcción en proceso
Descuidado y en abandono
Con "malezas"
"En un lugar resguardado de las miradas [...] un terreno de unas pocas áreas servirá como EXPERIMENTO.
Oportunidad: el suelo baldío ya está aquí.
Intención: seguir el flujo natural de las plantas, adscribirse a la corriente biológica que anima el lugar, y orientarla. No considerar a la planta como un objeto acabado. No aislarla del contexto que la hace existir."
(Clément, 2021)Como se ha visto anteriormente, el desapego por parte de la sociedad hacia los Santuarios, se deriva de una construcción social y de una percepción estética.
Propuesta de intervención contemplada para Santuarios en Estado 4, donde el paisaje contiene diversos estratos de vegetación
Propuesta de intervención contemplada para Santuarios en Estado 1 y 2 para minorizar el impacto sobre el paisaje ya establecido y potenciarlo para acelerar su dinamismo. Esta propuesta cumple con un papel fundamental para integrar a la comunidad con el lenguaje de especies encontradas dentro del Tercer Paisaje y cambiar culturalmente la connotación negativa a la que se le asocia.
Propuesta de intervención contemplada para Santuarios en Estado 3, donde el paisaje se encuentra con un mayor dinamismo. Esta propuesta busca a través de la inserción de cúmulos de tierra negra mejorar la distribución de nutrientes para acelerar la diversificación en los estratos del Tercer Paisaje. Debido a la densidad en el crecimiento de las plantas se integra una banca en la fachada para crear un espacio de permanencia y contemplación.
Hay mucho más de lo que esta investigación ha podido comprobar. En algunos Santuarios cuyas superficies pueden llegar a medir más de 500m2 solo han podido registrarse cerca de 10 especies dentro de una ocupación del 100%, siendo este un potencial mucho mayor del observable desde el espacio público.
Dentro de la paleta vegetal registrada en los Santuarios se encuentran claves para desarrollar paisajes más resilientes dentro del espacio público. Monitorear cómo las poblaciones de vegetación espóntánea crecen, disminuyen o se incluyen nuevas especies en el Tercer Paisaje sugiere el comportamiento de los ecosistemas reaccionando al cambio climático.
El rechazo de la población al Tercer Paisaje es producto de una construcción social y, por ende, estética. Si se ha podido construir una estructura de rechazo hacia la biodiversidad es posible crear nuevas estructuras de apropiación con las herramientas del diseño de paisaje y la divulgación científica.
Para el ejercicio arquitectónico y de paisaje, en ocasiones la mejor decisión es simplemente no hacer nada. No interferir y dejar que el territorio evolucione por sí mismo.
En el Centro Histórico de Xalapa, el ser humano es solo uno de entre 1,097 especies [observadas]
Esta sección describe el proceso de registro y categorización de cada Santuario encontrado en el área de estudio. Se compone por cinco elementos fundamentales:
Fotografía: Se colocan como evidencia de biodiversidad. No necesariamente representa el estado actual de cada inmueble sino el clímax observado.
Clave: Es asignada por un prefijo según el perímetro del Centro de Xalapa en el que se encuentre. M (Perímetro de monumentos), A (Perímetro A) y B (Perímetro B) acompañado de un número seriado.
Superficie: Conteo aproximado de metros cuadrados para calcular la relevancia de cada Santuario a escala urbana.
Etapa: El registro de los casos de estudio se ha llevado a cabo en el período 2021-2024. Este apartado pretende exhibir la condición actual de los Santuarios al cierre de esta investigación (Marzo 2024) en alguna de los cinco estados de desarrollo descritas anteriormente.
Conteo: Como se ha explicado anteriormente, por la condición de los Santuarios al ser considerados aún como propiedad privada, hay muchas especies que no han podido ser identificadas con certeza. Sin embargo son contabilizadas para reflejar la cantidad de biodiversidad presente en el caso de estudio.
Año: Se refiere al momento en el que se registró una mayor cantidad de observaciones de biodiversidad. Es importante aclarar que no necesariamente en su punto histórico más alto pero sí dentro de lo observado en el período de estudio (2021-2024).
Especies representativas: Cada Santuario se define por una paleta vegetal particular. En este apartado se enlistan las especies icónicas de esta, ya sea por predominancia o estado de conservación.
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